Se cumplen 75 años de los cuatro Convenios de Ginebra de 1949, eso da una oportunidad para pensar sobre su papel fundamental en la protección de los afectadas por las guerras. (foto CICR)

El respeto y papel vital del derecho internacional humanitario (DIH) salva vidas y preserva la dignidad de las personas. El 75° aniversario de los Convenios de Ginebra –piedra angular del DIH– nos recuerda el consenso mundial de que las guerras deben tener límites y que, independientemente de las circunstancias, la compasión y el respeto por la dignidad humana siempre deben guiar nuestras acciones.

Cuando miramos las noticias, es fácil llevarse la impresión de que el DIH ha dejado de importar y que nunca se respeta. Al igual que en 1949, las guerras actuales siguen teniendo consecuencias horrorosas: mueren personas, se separan familias y el sufrimiento que generan es indescriptible. Aun así, al poner en el centro a las víctimas de los conflictos armados y sus necesidades, el DIH logra evitar y mitigar de manera efectiva algunas de las peores consecuencias de la guerra, si bien queda mucho por hacer para mejorar su implementación y cumplimiento.

Aspectos esenciales de los Convenios de Ginebra:

Origen y propósito

Los Convenios de Ginebra fueron aprobados en 1949 y ya han alcanzado ratificación universal, lo cual representa un reconocimiento a nivel mundial de que la guerra necesita reglas que limiten sus efectos devastadores para la humanidad. Constituyen la base del derecho internacional humanitario (DIH), que protege a las personas que no participan o han dejado de participar en los enfrentamientos.

El DIH también regula la conducción de los conflictos armados mediante la limitación de los métodos y medios de guerra a fin de conservar cierto grado de humanidad en los conflictos, salvar vidas y reducir el sufrimiento. De acuerdo con los Convenios de Ginebra –y el DIH en general–, los derechos de todas las personas afectadas por los conflictos armados deben ser protegidos y todas las personas, incluso los enemigos, deben ser consideradas en su dimensión de seres humanos.

Valores compartidos a nivel universal

El DIH es la expresión formal de valores humanos profundamente arraigados y universalmente compartidos. Históricamente, casi todas las guerras han tenido al menos algunas normas que regulaban cómo podían librarse sus batallas y cómo debía protegerse a las personas en riesgo, entre ellas las personas detenidas, los niños y niñas o las personas heridas y enfermas. El DIH complementa y a la vez afianza las tradiciones jurídicas, las civilizaciones y las culturas, y es un patrimonio común de la humanidad. No debe subestimarse el valor del consenso mundial en torno a estas reglas que limitan el costo humano de la guerra. De hecho, no hay en el mundo una herramienta más sólida para proteger, en tiempo de guerra, a las víctimas de los conflictos armados.

Han pasado 75 años y estas reglas no pierden vigencia

En un mundo dividido, que todos los Estados hayan tomado la decisión de limitar el costo humano de la guerra como una obligación jurídica sigue siendo un hecho muy potente. Muchas de las normas convencionales del DIH contemporáneo cumplen 75 años, y no han perdido vigencia. Cuando las partes respetan el derecho, se salvan vidas, las familias permanecen en contacto y los detenidos conservan su dignidad. Son hechos menos visibles o menos relevantes para la prensa, pero nos recuerdan con contundencia que el DIH sí reprime el comportamiento inhumano en la guerra, y que estaríamos peor sin él.

Swisslatin / CICR Prensa (30.08.2024)