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En el Centro Internacional de Conferencias de Ginebra (CICG) se llevará el Foro de Sustentabilidad del Espacio.7 y 8 octubre 2025 (foto UIT/ Astroscales)

Oficina de Rendición de Cuentas del Gobierno de los Estados Unidos Informe reciente sobre servicios en el espacio pinta una imagen de casi 70 años de antigüedad: a pesar de décadas de progreso tanto en la tecnología espacial como en la preservación del medio ambiente, los satélites todavía se tratan como desechables.

Los construimos, los lanzamos, los usamos hasta que flaquean y luego los abandonamos en órbita o los tiramos a la basura. Es un modelo que ha cambiado muy poco desde que la humanidad comenzó a lanzar satélites en 1957.

La ironía es que las herramientas para romper este ciclo ya existen. Por ejemplo, sabemos que es totalmente factible reabastecer de combustible a los satélites, prolongar su vida útil en años e incluso repararlos. La tecnología ha sido demostrada, no sólo por administraciones espaciales, sino también por empresas comerciales.

Sin embargo, desde que DARPA (la Agencia de Proyectos de Investigación Avanzada de Defensa de EE. UU.) fue pionera en el reabastecimiento autónomo con su Orbital Express en 2007, el progreso y la adopción han sido lentos. ¿Por qué?

Porque el espacio sostenible no se logrará si seguimos pensando solo a nivel nacional.

Se necesita un marco común

Consideremos la historia de la aviación. Los viajes aéreos internacionales se volvieron seguros y rutinarios solo cuando las naciones acordaron reglas compartidas, como la forma en que los aviones se comunican con las torres, qué estándares deben cumplir las pistas y qué protocolos rigen las rutas de vuelo.

Sin ese marco común, no hay garantías de que los aviones de una nación puedan servir de manera segura y confiable a los clientes de otra. Sin embargo, en cualquier industria o sector, la comercialización de un producto incompatible con la infraestructura mundial, que se dirige a un mercado total de un solo país, tiene límites significativos.

El espacio se encuentra hoy en el mismo punto de inflexión.

Imagínese si cada satélite tuviera un «puerto de carga» diferente. Los proveedores de servicios no sabrían qué interfaz incluir, los fabricantes no querrían dar cabida a múltiples opciones y los operadores dudarían en invertir en un servicio que los encerrara en un solo proveedor.

El resultado es el estancamiento que estamos experimentando actualmente con el servicio en órbita (IOS).

Los IOS, definidos como un objeto espacial que presta servicios a otro mientras funciona en estrecha proximidad, se beneficia de la compatibilidad entre los objetos de servicio y cliente. Desafortunadamente, las demostraciones financiadas para nuevos métodos o interfaces en IOS son escasas, a pesar de la necesidad de múltiples iteraciones antes de decidir sobre una norma internacional apropiada.

Hasta que no salgamos de este problema del huevo y la gallina y establezcamos normas y políticas internacionales, el servicio orbital seguirá siendo un experimento de nicho sin un mercado global.

Las consecuencias no son solo técnicas. Los satélites conectan las escuelas rurales a Internet. Hacen un seguimiento de los incendios forestales y las tormentas tropicales, ayudando a las comunidades a prepararse y recuperarse. Sincronizan los sistemas financieros y orientan a los servicios de emergencia.

¿Por qué importan los activos satelitales?

Si seguimos desechando estos activos de forma prematura o irresponsable, los costes aumentarán, la accesibilidad empeorará y el mundo será más vulnerable a las perturbaciones. A la inversa, si ampliamos la vida útil de los satélites mediante el servicio, las comunidades de todo el mundo ganarán en términos de resiliencia, asequibilidad y fiabilidad digitales.

La pregunta es: ¿cómo podemos convertir el servicio satelital en una práctica normal?

La colaboración internacional no requiere necesariamente un nuevo tratado. Los gobiernos pueden empezar por incorporar características de servicio en sus propias flotas, dando ejemplo a la industria y creando un mercado.

Si bien las empresas ya están trabajando para lograr estándares de servicio de alto nivel, se necesitan fondos suplementarios para probar, iterar y, finalmente, seleccionar funciones específicas.

Por ejemplo, los operadores comerciales pueden acordar que los puertos de recarga de satélites sean accesibles de forma segura y estén protegidos contra descargas electrostáticas. Pero elegir niveles precisos de corriente eléctrica y características de acoplamiento mecánico es difícil antes de recopilar datos de múltiples ensayos en órbita. Desafortunadamente, las empresas comerciales no pueden autofinanciar misiones de demostración ilimitadas.

Además del apoyo financiero, los reguladores pueden ajustar las políticas de exportación y concesión de licencias para que las misiones de servicio internacional no se enreden en la burocracia incluso antes de su lanzamiento.

Cooperación para un mundo conectado

La historia de las tecnologías digitales también ofrece lecciones sobresalientes.

Internet no se volvió indispensable por estar confinado y controlado dentro de un solo país. Floreció porque los protocolos comunes permitieron que las redes se conectaran sin problemas a través de las fronteras.

Los contenedores marítimos revolucionaron el comercio no solo por la tecnología, sino porque las naciones adoptaron estándares uniformes.

La misma lógica se aplica en órbita. Y cerrar las brechas internacionales en apoyo de IOS no solo desbloqueará un enorme beneficio económico, sino que también nos ayudará a reducir nuestra dependencia de los satélites de un solo uso y a mantener nuestro entorno espacial más sostenible.

Esto no puede lograrse sin la cooperación entre empresas, entre gobiernos y a través de las fronteras. Los satélites merecen una segunda vida, pero se necesitan esfuerzos internacionales.

Es por eso que instituciones como la Unión Internacional de Telecomunicaciones (UIT) y oportunidades como la de la UIT Foro de Sostenibilidad Espacial materia. Estos son lugares para configurar el futuro de la industria espacial por el bien común de la humanidad.

Ha llegado el momento de crear un mercado mundial para la sostenibilidad espacial.

Si acertamos con esa inversión, la recompensa no será solo un entorno orbital sostenible. Será un mundo más fuerte, más seguro y más conectado aquí en la Tierra.

Más información sobre el Foro de Sostenibilidad Espacial.

Swisslatin / IUT / Mike Lindsay, Director de Tecnología, Astroscale  (30.09.2025)