Un estudio de Médicos Sin Fronteras (MSF) publicado en la revista Journal of the American Medical Association (JAMA) Network Open, presenta dos conclusiones claves que revelan la exorbitante especulación empresarial con los nuevos medicamentos para la diabetes y los dispositivos de insulina.
Si los responsables políticos, los gobiernos y los proveedores de salud no toman medidas al respecto, el estudio podría tener un gran impacto en la asequibilidad de los tratamientos de la diabetes para la población tanto en los países de renta baja y media como en otros estados.
La primera conclusión clave del estudio se refiere a una nueva clase de fármacos, los GLP-1, incluidos los comercializados como Ozempic y Trulicity por las empresas farmacéuticas Novo Nordisk y Eli Lilly, respectivamente, que se utilizan para tratar a las personas con diabetes y ahora se recomiendan e incluyen de forma rutinaria en las directrices de tratamiento en los países de ingresos altos. Esta clase de fármacos no figura en las recomendaciones de tratamiento de la diabetes de la Organización Mundial de la Salud (OMS) ni en su lista de medicamentos esenciales, ni tampoco en las directrices nacionales de tratamiento de los países de ingresos bajos y medios, donde prácticamente no están disponibles.
El estudio de MSF estima que los GLP-1 para la diabetes podrían venderse con beneficios por sólo 0,89 dólares al mes, frente al precio de 95 dólares al mes que se cobra en Brasil, 115 dólares en Sudáfrica, 230 dólares en Letonia y 353 dólares en Estados Unidos lo que supone, en el caso de EE. UU., casi 400 veces el precio genérico estimado. Sin embargo, Novo Nordisk y Eli Lilly son los únicos productores actuales de estos GLP-1, y sus barreras de propiedad intelectual sobre los fármacos y los dispositivos de inyección bloquean cualquier fabricación genérica que pudiera ayudar a bajar los precios.
Novo Nordisk y Eli Lilly ni siquiera han anunciado un precio para los países de ingresos bajos y medios, ni han concedido licencias para que los fabricantes de genéricos puedan producirlos, lo que ayudaría a satisfacer la demanda mundial y a bajar los precios. Incluso en los países de renta alta, las empresas no tienen capacidad para satisfacer la enorme demanda de estos medicamentos —que además se utilizan para perder peso—, lo que se traduce en que muchas personas diabéticas no pueden acceder a ellos.
«Estos nuevos medicamentos son absolutamente revolucionarios para las personas que viven con diabetes, pero no llegan a cientos de millones de personas de países de renta baja y media que los necesitan», explica Christa Cepuch, coordinadora farmacéutica de la Campaña de Acceso de MSF. «Eli Lilly y Novo Nordisk no pueden, de ninguna manera, suministrar al mundo la cantidad de estos medicamentos necesaria para satisfacer la demanda global, por lo que deben renunciar inmediatamente a su dominio y permitir que sean producidos por más fabricantes en todo el mundo».
La segunda conclusión importante del estudio se refiere a los dispositivos de inyección de insulina mediante bolígrafos. Estas plumas de insulina, preferidas por las personas diabéticas al uso diario de múltiples jeringuillas para inyectarse insulina de viales, son también más seguras y ofrecen una mayor precisión en la dosificación.
Esto resulta especialmente importante para quienes viven en contextos inestables o de crisis, donde el acceso a la medición de la glucosa está menos garantizado y las opciones de atención sanitaria son limitadas para las personas que desarrollan complicaciones diabéticas, como aquellos en los que MSF trabajamos. Sin embargo, debido a los elevados precios que las empresas cobran por los bolígrafos de insulina, casi nunca están al alcance de la población de los países de renta baja y media, y las agencias humanitarias no suelen utilizarlos.
Sin embargo, nuestro estudio concluye que una pluma precargada de insulina humana1 podría venderse con beneficio a un precio genérico estimado de sólo 0,94 dólares, frente al precio de 1,99 dólares que se carga en Sudáfrica, los 5,77 dólares en India, 14 dólares en Filipinas y 90,69 dólares en Estados Unidos.
Por su parte, un bolígrafo precargado de insulina análoga de acción prolongada podría tener un importe de 1,30 dólares cada uno, frente al precio de 3 dólares que se cobra en Sudáfrica, 7,90 dólares (India), 25,20 dólares (Filipinas) y 28,40 dólares (EE. UU.), lo que supone 21 veces el precio de una versión genérica incluso con beneficios.
Esto significa que, incluyendo el coste de la insulina y de los dispositivos necesarios para inyectarla, las plumas de insulina podrían ser la opción más asequible frente a los viales más antiguos y complicados de usar, si las empresas que los fabrican redujeran sus precios. En los países de renta alta, el tratamiento estándar, que consiste en administrar insulina análoga en una pluma, podría costar 111 dólares al año por paciente, lo que supone un 30% menos que la insulina humana en vial. Seguir administrando este doble estándar de tratamiento es inaceptable y, según este estudio de costes, innecesario.
Una encuesta realizada por MSF en colaboración con T1 Internacional entre más de 400 personas que se inyectaban insulina en 38 países reveló que el 82% prefería utilizar bolígrafos de insulina porque era más fácil administrar la dosis correcta, menos doloroso y menos estigmatizante utilizarlo en público. La experiencia de MSF facilitando plumas de insulina a personas con diabetes en el Líbano ha demostrado un importante impacto en la calidad de vida de las personas y ha ayudado a que se adhieran mejor a su tratamiento. Los bolígrafos de insulina y los análogos de insulinas de acción prolongada han sido incluidos recientemente en la Lista de Medicamentos Esenciales de la Organización Mundial de la Salud, que utilizan los países para priorizar sus propias listas de medicamentos esenciales y sus planes de compras.
«Nuestro estudio demuestra que, de hecho, podría ser más asequible utilizar plumas de insulina tanto para insulinas humanas como análogas en lugar de viales de insulina humana inyectados con jeringuillas, a pesar de que siempre se ha pensado que esa era la opción más asequible y, por tanto, la única que se ofrecía a la población de los países de ingresos bajos y medios», explica la Dra. Helen Bygrave, asesora de Enfermedades No Transmisibles de la Campaña de Acceso. «Si se incluye en el cálculo el coste de la insulina y de los dispositivos necesarios para inyectarla, se desmonta el mito de que los bolígrafos de insulina y las insulinas más nuevas tienen que ser más caros. Nadie que empiece a inyectarse insulina hoy en día en mi consulta médica en el Reino Unido debería inyectarse insulina con jeringuillas. Necesitamos que las corporaciones farmacéuticas antepongan a las personas a sus astronómicos beneficios y bajen drásticamente los precios de sus plumas de insulina para que podamos acabar con este doble rasero global en la atención a la diabetes», concluye.
Swisslatin / MSF Prensa (08.04.2024)